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La inspiradora historia del patín artístico de Pompeya

Cumple 25 años con la disciplina. Desde aquel comienzo como un taller extraescolar a ser reconocida como una de la mejores de la ciudad y la región.

La historia cuenta que allá por 1994, en principio como un taller extraescolar que evolucionó muy rápido, nació la escuela de patín artístico de la Escuela Nueva Pompeya, bajo la dirección de la profesora Alejandra Fernández.

Claro que, en realidad, todo había comenzado mucho antes. Porque la impulsora de este emprendimiento había sido alumna de la institución durante su educación primaria.

Ese dato, también, explica el profundo vínculo entre Fernández y el colegio ubicado en Funes y Maipú.

Son, ni más ni menos, que “25 años sobre ruedas”, en el emblemático gimnasio del establecimiento educativo que, también, albergó al Centro Juventud Católica.

Compromiso, dedicacón y continuidad son calificativos que complementan la pasión, ese motor que todo lo mueve y lo puede.

Aquel taller extraescolar fue sumando más y más niñas que fueron iniciándose en el patín artístico, adquiriendo conocimientos a través de juegos recreativos. Esa manera lúdica de enseñar fue convirtiéndose en una marca registrada para la especialidad.

Así, cada año se daba un nuevo paso hacia adelante. Participaciones en los actos del colegio, encuentros y exhibiciones, comenzó a avizorarse un futuro muy prometedor.

Las risas y las lentejuelas fueron construyendo los cimientos para la transformación en una gran escuela de patín artístico.

Y el apoyo incondicional de la querida y respetada Marta Luchetta, por ese entonces directora de la escuela, resultó determinante para un nuevo gran paso: en 2003 llegó el primer equipo de competencia. Así, Nueva Pompeya comenzó a participar en los torneos locales de la Asociación Marplatense de Patín.

La incorporación al staff de profesoras de Melisa Genchi, la hija de Alejandra Fernández, sumó capacidad y sentido de pertenencia. La escuela de patinaje artístico de Nueva Pompeya fue superándose en calidad y cantidad, con la obtención de numerosos resultados deportivos destacables, y la transfomaron en una de las mejores escuela de patín artístico de la ciudad, cantera inagotable de patinadoras que reflejan con éxito todo el trabajo realizado.

Por otro lado, grandes exhibiciones con la asistencia de muchísimo público que siempre acompaña y alienta a las

patinadoras, permiten que la actividad sea un vehículo entre el colegio y la comunidad. Una verdadera vidriera para exhibir numerosos y valiosos logros: por la formación en Nueva Pompeya han pasado campeonas marplatenses, campeonas provinciales, campeonas argentinas, campeonas sudamericanas, integrantes de la Selección Argentina y poseedoras de medallas a nivel internacional.

Melisa Genchi y Alejandra Fernández, madre e hija, las responsables de enseñar y entrenar.

Fernández no duda en remarcar las razones del suceso. “Es cierto que cosechamos importantes resultados deportivos, pero sobre todas las cosas, estamos orgullosas de formar grandes personas. Niñas que crecen y se desarrollan en un

ambiente cálido y amigable, en donde se les inculcan valores como el compañerismo, el respeto, el esfuerzo y la solidaridad”, explicó la entrenadora que lleva toda una vida vinculada al patín artístico. Pasó por todas las etapas: fue alumna, aprendió, pasó a competir, se consagró en el exterior, retornó para dedicarse a la enseñanza y entrenamiento y se convirtió en referente.

“Nos alegra profundamente ver crecer a las nenas y luego verlas volar. Cada que regresan y nos reencontramos, nos confundimos en abrazos sinceros que recuerdan tantos buenos momentos”, agregó Melisa Genchi.

Un cuarto de siglo en cualquier actividad no es poca cosa. Y cuando se trata de un deporte amateur, sin el necesario impacto en los medios de comunicación, esa permanencia es todavía más valorable.

“Después de 25 años transcurridos y siempre a cargo del patín artístico de esta maravillosa escuela, podemos decir ¡misión cumplida! Alcanzamos los objetivos propuestos y vamos por más, por mucho más. Como siempre, seguiremos acá, tratando de alcanzar la cima, con la satisfacción de habernos superado a nosotras mismas”, afirma orgullosa Fernández, quien se despide con toda una declaración de principios, que tal vez quienes hayan pasado alguna vez por las aulas de la escuela cincuentenaria puedan entender muy bien.

“Somos apasionadas por que hacemos. Pero lo que realmente marca la diferencia es nuestro espíritu ‘Pompeyano’, ese que llevamos bien adentro nuestro”.

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